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Thousand Oaks

Los Peligros de Un Último Año Desastroso en Oficina

Las presidencias casi terminadas, o “lame duck,” especialmente en los últimos seis meses de su mandato, por lo general, pueden ofrecer oportunidades para los enemigos de los Estados Unidos para aprovechar de un vacío percibido mientras que un gobierno haga la transición al próximo.

Pero, estos meses de cambio son especialmente peligrosos cuando un presidente, percibido como débil o apaciguado, puede ser reemplazado por un sucesor fuerte quien probablemente serviría como una fuerza de disuasión para corregir algunas políticas desastrosas.

Un presidente norteño, pero pro-sureño, James Buchanan (1857-1861) era un ejecutivo particularmente débil. Había hecho poco, casi nada, para manejar la brecha creciente entre el Norte y el Sur, especialmente el furor de la decisión “Dred Scott” y “Bloody Kansas.” Aun cuando fue avisado, Buchanan hizo poco para fortalecer el ejercito estadounidense ni para aumentar sus reservas de armas para disuadir estados secesionistas.

Después de que Buchanan negó postularse por un segundo cargo, el Sur entendió que el candidato republicano antiesclavista y abolicionista Abraham Lincoln pudiera ser elegido en 1860 — dado que la división norteño y sureño entre el partido Democrático había aumentado. Además, entendieron que el Presidente Lincoln podría usar la fuerza para parar la cesación.

Además, en los últimos días de la administración de Buchanan, después de la victoria de Lincoln, muchas cosas sucedieron: siete estados del Sur se separaron durante la transición presidencial, reaccionó poco la Norte, más seguirían, y una terrible Guerra Civil llegó a ser inevitable.

Durante los últimos días del mandato segundo de Presidente Richard Nixon en el verano de 1974, el país comunista Vietnam del Norte vio ese presidente, una vez fuerte, ahora debilitado por el escándalo Watergate. Vietnam fue impulsado por el movimiento antiguerra, un congreso también antiguerra, y el nuevo Presidente, Gerald Ford — probablemente reemplazado también por un demócrata que tampoco le gustan las guerras. Por eso, en 1974 y 1975, los comunistas renunciaron e ignoraron los acuerdos de paz, pensando con razón, que los Estados Unidos sin dirección no ayudaría a Vietnam del Sur a parar una invasión masiva del Norte, y como consecuencia, ganó la guerra de doce años.

Mientras que la administración empezó a concluir y fue cada vez más vista como débil en el extranjero, el nuevo gobierno revolucionario en Irán atacó la embajada estadounidense y capturó rehenes en noviembre del 1979. A lo largo del ano siguiente, Tehran siguió humillando a los Estados Unidos, burlándose de la administración impotente de Carter, y rechazando los esfuerzos estadounidenses para asegurar la devuelta de los rehenes.


 La Unión Soviética, también, vio el fin de la administración de Carter como una oportunidad de explotar y, por eso, invadió Afganistán un mes después, en diciembre de 1979. El país también concluyó que sería un año de timidez en Washington antes de que viniera una remedia del próximo presidente republicano — en este caso Ronald Reagan, quien había declarado su candidatura presidencial una semana después de lo que ocurrió con los rehenes en Irán, con promesas claras para restaurar la disuasión extranjera.

Ahora, de nuevo, estamos entrando en una etapa de estos momentos peligrosos, empeorada por una fuerza armada debilitada. Durante el mandato de Biden, el militar estadounidense ha sufrido un déficit en reclutamiento, la humillación desastrosa en Afganistán, la politización de generales y almirantes, un esfuerzo inútil y ridículo de arrancar el raíz del supuesto “terroristas domésticos,” y la expulsión de algunos de los mejores soldados por su vacilación a ser vacunado, muchos de ellos habiendo desarrollado una inmunidad natural de una enfermedad previa.

El Pentágono tiene una carencia de naves y aviones. Reservas de armas son bajas, exhaustas por el abandono de mil millones de dólares en equipos al talibán, los efectos de suministrar armas a Ucrania e Israel, el fracaso de la administración Biden a fundar el reabastecimiento de nuestras municiones y para aumentar la producción — y una deuda de 34 billón de dólares, incluso un déficit de 2 billón anualmente.

A eso, agrega ocho millones de inmigrantes ilegales quienes vinieron de una frontera insegura, cascos urbanos inhabitables, una epidemia de crímenes violentes, y un presidente quien [critica a la mitad del país por su preferencia política.]

Sumando todo, el mundo entero está de acuerdo en que los Estados Unidos está en una decadencia extraña y auto-infligida, y no puede ni va a defenderse ni a sus intereses ni a si mismo.

En particular, ambos los enemigos y los que son neutrales han hechos muchas conclusiones sobre la administración de Biden y lo que posiblemente seguirá:

  • Que Joe Biden en los últimos años ha vuelto del revés las políticas disuadidas que hizo Trump, y como resultado, ha animado sus agresiones.
  • Dado el caos que va a seguir, están aun mas de acuerdo que la impopularidad creciente de Biden con la gente estadounidense hace probable que él y sus políticas apaciguadas desaparecerían por enero 2025.
  • Que Trump puede volver a la oficina presidencial. Esto significa un trato peor para Rusia, China, Irán, y sus satélites terroristas, y, por lo tanto, el reconocimiento que 2024 es un período breve de oportunidad para la agresión.

Putin recuerda que Trump derrotó 200 mercenarios en Siria, salió de un trato de misiles malo con Moscú, aumentó las sanciones a los oligarcas rusos, inundó el mundo con petróleo barato, destruyendo las ganancias de los exportadores de petróleo ruso, vendió armas canceladas a Ucrania y avisó lo que pasaría si Putin invadiera Ucrania. De los ultimas cuatro administraciones, la de Trump fue la única que no tenía ni una invasión rusa entre fronteras.

China recuerda que Trump dio tarifas en su economía de mercantilismo, le acusó a China de dar luz al virus COVID en su laboratorio en Wuhan, aumentó el gasto militar, esforzó NATO a gastar $100 mil millones en armas, y presionó a más miembros aliados a contribuir más al militar. Bejín sabía que si enviara un globo de espionaje por el continente de los Estados Unidos entre 2017-2021, significaría su destrucción en el momento en que entrara en el espacio aéreo. China no amenazó Taiwán durante su administración—y muchos creen que este año puede ser la última oportunidad en una década para provocar Taiwán.

Irán ha concluido dos cosas sobre 2024: 1.) No quieren ver otra presidencia de Trump en el horizonte que antes sacó su general de primer nivel Qasem Soleimani, hizo sanciones en su petróleo, sacó los Estados Unidos del trato defectuoso con Irán, designó los satélites Houthi iraní como organización terrorista, cortó toda ayuda a la Autoridad palestina y Hamas, acercó los EEUU hacia Israel, y avisó Hezbollah de las consecuencias de empezar una guerra con Israel, y 2.) que la abdicación presente de Biden va a durar poco, y como consecuencia, ahora puede ser el tiempo para aprovechar de un superpoder global sin dirección que no va a disuadir, o que no puede disuadir la agresión iraní.

Entonces, ¿qué esperamos en 2024? Con una carencia de un patrón fuerte en los EEUU, Israel enfrenta cada vez mas llamadas para dejar a Gaza, para negociar con Hamas, y para abandonar la idea de que puede “destruir” Hamas.

Hezbollah puede aumentar su lluvia de misiles a Israel.

Irán será más audaz en suministrar Rusia, Hezbollah, Hamas, y los Houthis con armas.

China aumentará sus amenazas a Taiwán y pensará cuidadosamente los costos y efectos de atacar la isla.

¿El denominador común? Todos los enemigos ahora mismo calculan cómo mejor pueden usar el “regalo” de los próximos doce meses de un presidente “non compos mentis” y su equipo neo-socialista que cree que los EEUU tiene culpabilidad por muchas de las patologías del mundo o tiene tanto miedo de hacer algo con respeto.

Para resumir, los adversarios creen que hay una oportunidad única en la cual los EEUU no hace nada para disuadir a sus enemigos, respaldar a sus aliados, o persuadir a los neutrales. Y, a lo largo del año siguiente, solamente podemos rezar que están equivocados.

Victor Davis Hanson es un miembro distinguido del Centro por la Grandeza Americana y

el Miembro Superior Martin y Illie Anderson en la Institución Hoover de la Universidad de Stanford. Él es un historiador militar, columnista, profesor clásico, y erudito de guerra antigua. Ha sido un profesor visitante en Hillsdale College desde 2004. Hanson fue premiado con la Medalla de Humanidades Nacionales en 2007 por el Presidente George W. Bush. Hanson también es granjero (cosechando uvas para pasas en Selma, California) y un critico de tendencias sociales relacionadas con la agricultura y la agraria. Es el autor de The Second World Wars: How the First Global Conflict was Fought and Won, The Case for Trump, y el recién estrenado The Dying Citizen.

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